30 de diciembre de 2009

Año musical

Todo el mundo en esta época hace memoria de todo lo acontecido en el año que en breves se nos va. Lo malo es que se va para nunca volver. No tendrás segundas oportunidades para nada. Lo vivido, bienvenido sea; y lo que dejaste por hacer, al montón de las cosas sin hacer del año que viene.
¿Y yo qué? Este ha sido mi decimoséptimo año sobre el azul astro. Comenzó como todos con un rápido y frio Enero cargado de buenos própositos. Entre ensayos y cumpleaños, el turrón se acabó y Febrero apareció. Con los Carnavales ya se sabe que las locuras se multiplican, empece a abonarme al bar de Marta y al Jägermeifter después de las cenas. Paentamla era algo más que una ilusión y empezaba a cosechar contratas. Aún vestido con el disfraz y ya tenía los exámenes de Marzo encima. Demasiado estrés necesitaba un buena recompensa y no hay nada mejor que un viaje. Budapest fue una verdadera escaramuza al sentido común, Viena por su parte todo una motivación del razocinio. Volví con más recuerdos para el baúl y Abril bajo el brazo. Vacaciones para pasar la ITV de los 17 a la primera. Cómo no tambien la cague de lo lindo...Y empezaba a ser monótono cuando tocó arrancar la hoja del calendario. El fatídico mayo. Exámenes, salidas y conciertos se alternaban en una espiral de desconcierto y desenfreno, mientras creía encontrar a alguien que me ayudara a sentar la cabeza. Como que no quiere la cosa, llegó Junio y la graduación musical tras 10 años de "estudio" ininterrumpido. Llegaron las notas, y sin sobresaltos me lance a las vacaciones de cabeza. La inauguración del blog, la hoguera y el Sella fueron un buen comienzo para un intenso verano.
El verano fue una montaña rusa de sueños. Tras los largos ensayos veraniegos, el Risax estaba ganando calidad y proponiendose nuevos retos y Paentamala cada vez tenía más salidas. El carmín, la semana negra. Por otro lada el verano es la época en la que los espectros del pasado deciden venir a la playa. Agosto supuso el cénit del Risax con Julian Petit. Los fuegos, la playa, el alcohol... Un apoyo se va pero otro aparece desde la oscuridad.
Todo estaba gris, pero un llamada y una oferta trajeron un luminoso Septiembre. Un par de bolos más tarde, el número de contactos aumento. La vuelta al cole suena en la tele y hay que preparase para "El curso maldito". Un viaje con medicación y escenas que no se borraran. El otoño trajo un raro Octubre de adaptaciones y recuerdos aún candentes. Un amargo sabor a derrota cuando amaneció un noviembre transeúnte con las primeras tardes de manta y las primeras cirsis internas. Diciembre fue una sacudida de problemas y noches en vela aliñadas con música.
¿Me arrepiento de algo que deje por hacer? Puede, pero de haberlo hecho seguramente no sería el mismo que teclea ahora. Aquel día que decidí quedarme en casa en vez de salir, o aquella llamada que deje que sonara durante horas; puede que no me cambiaran, pero hay más posibilidades que sí. Y estoy orgulloso de lo acontecido. La compañía siempre ha sido la mejor. En este año he conocido mucha gente, gente que ya tiene su huella impresa en mí, gente por la que merece la pena esperar cada semana, con la que he vivido experiencias inolvidables, por la que ahora sí puedo afirmar que soy lo que soy: mis dudas, mi música y mis pelos...
Para todos:
¡Feliz año nuevo!

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