17 de enero de 2011

La tormenta (I)

Tras el cristal sólo el repicar de la lluvía da constancia de que hay algo fuera, de que no todo es esa inquietante oscuridad. No hay luces en la calle, y con la que está callendo nadie está tan loco como para sacar el coche. Nada puede ser tan importante para hacerlo. Toda la región está en estado de alerta. Hay rumores deque el ejercito entrará con el amanecer a imponer el orden y empezar con las evacuaciones. Aún así nadie está seguro de que eso ocurra y mucho menos de que al día siguiente el orden habrá vuelto a sus apacibles vidas.

Dentro del apartamento sólo hay silencio. Una vela intenta alumbrar la pequeña alcoba, aunque apenas ilumina al único ocupante, que taciturno, se resiente a dormir. Mientras se mesa su indómita barba recapitula, por enésima vez desde que el gobierno había cortado la electricidad, cómo había comenzado su temporal...

Había sido una tarde calurosa de abril, como cada jueves había quedado con Lucía para tomar un café a media tarde. Le gustaba pensar que tenían una relación abierta aunque era completamente falso: ni siquiera tenían relación. Ella lo trataba como un amigo, un buen amigo; pero nada más, ni siquiera se imaginaba que Jorge tenía intención de dar un paso más adelante.

Como cada jueves, Lucía llegaba tarde. Frente al pequeño café, en la tienda de electrodomésticos, las televisiones emitían el parte horario al unisono: "Para esta noche se prevé la llegada de un frente ciclónico de nivel 2 en la escala Saffir-Simpson a las costas del noroste de nuestro País. Este frente traerá unas copiosas lluvias y posibles destrozos de diversida índole. El frente durará un par de días tras lo cual llegará otro frente anticiclónico esta vez desde el sureste que lo desplazará lejos de nuestras costas. Recuerden protegerse esta noche y eviten salir a la calle mañana por la mañana, cuando se espera la mayor actividad ciclónica. Eso es todo, buenas noches. Les dejamos con la información deportiva..."

-¿Llevas mucho esperandome?