27 de octubre de 2009

El tiempo

¿Qué es el tiempo? Según la RAE, y amén de lo que diga, es "la duración de las cosas sujetas a mudanza". Bien...¿Y eso qué significa? Para el resto del mundo, no tan ilustrado ni culto , el tiempo es eso que nunca tenemos cuando lo necesitamos y que siempre nos sobra cuando estamos aburridos. Y hoy para mi es uno de esos dias, en los que no se que hacer con mi tiempo.
Hay algo de lo que no tenemos que olvidarnos nunca: El tiempo pasa lenta pero inexorablemente. No importa si dices que estamos creciendo, haciendonos mayores o envejeciendo. Todos son sinónimos de que el tiempo sigue su paso y de que no hay vuelta atrás...
También debemos recordar que el tiempo es igualatorio y que, al final, todos estaremos en el mismo lugar, si es que existe, sin importar lo que hayas hecho. La única diferencia entre unos y otros es en como pasemos el resto de nuestro tiempo. Puedes dedicarte a estudiar hasta tener 6 licenciaturas o a derrocharlo quedándote tirado en cualquier lado sin hacer nada. No importa lo que hagas, pero disfrutalo. Porque solo se vive una sola vez.
Tal vez sea una posición demasiado medieval o barroca, tempus fugit para los ilustrados; o tal vez no, y sea la posición con la que tenemos que afrontar este año de estress, exámenes y en la que al final sentiremos que nos falta algo. El tiempo

22 de octubre de 2009

Otoño en Viena

En la calle hacía frio. El otoño estaba muy avanzado y en las montañas ya habían caido las primeras nevadas. Resguardado con su nuevo macferlan, Otto caminaba presuroso por las calles de Viena. Con cada paso se agazapaba más intentando evadir el inmensurable frio. Pasaban unos minutos de las 4 y media de la tarde, pero apenas si había gente en las calles. "Estarán metidos dentro de algún café disfrutando de la compañía de una taza de café caliente" pensaba mientras pasaba delante del Café Landtmann. De imporviso unhombre salió a toda prisa y chocó con él. Otto calló al suelo mientras maldecía a sus ancestros en voz baja. Nada más verle la cara se arrepintió de haberlo dicho. Un rostro sereno y afable dominado por dos ojos excrutadores. Una sonrisa se dibujó al ver la cara de temor de Otto.

-Perdone, Herr Freud... No era mi intención tropezar con usted.-atinó a articular.

-No se preocupe, Herr. Es culpa mía por salir a carreras de todas partes. ¿Esta bien?

-Si, muchas gracias...- Contesto aún nervioso.

-Creo que se le ha caido esto- dijo el psicoanalísta, mientras recogía unas hojas del suelo.-Así que es músico, ¿no?

-Bueno...yo...si...- atinó a decir en susurros.

-Relájese, no se preocupe. Aquí tiene. Gutten tag.

Aún nervioso, Otto formuló la respuesta atropelladamente. ¡Era imposible! Se acababa de encontrar con una de las personas más influyentes de la filosofía moderna y no había podido ni responder coherentemente. De pronto miro el reloj. Quedaban escasos 15 minutos para las 5 y aún le quedaba mucho trecho para llegar a su destino. Se recompuso como pudo y sin más pausa hecho a correr por entre las calles adoquinadas del centro.

Corrió por Lowëlstrasse hasta el Volksgarten. Esquivó por poco uno de esos niños venderdores de periódicos que anunciaban la nueva exposición del pintor del momento. Otto no entendía porque la gente era tan reacia al arte de Klimt. Siguió su carrera haciendo caso omiso a los senderos, sin detenerse a saludar a dos de las únicas jóvenes que paseaban, para llegar a Burgring. Aquí parecía haber más gente por las calles. Ya se podían ver algunos Ford T, ese invento norteamericano que estaba causando furor por todo el mundo.

Ya casi había llegado a su destino. Por entre los tejados de las casas pudo distinguir la Noria gigante del Prater girar majestuosamente. Aminoró el paso y repuso su traje, se alisó el indomable remolino de su frente y como si nada hubiera pasado miro el reloj. Apenas quedaban dos minutos para las 5. Desde aquí se veía la impresionante arquitectura de la nueva ópera.

Pero ese no era su destino hoy. Siguió caminando hasta llegar al Musikverein. Subió la escalinata de mármol hasta la planta superior. En vez de entrar por la puerta principal, recorrió un pequeño pasillo hasta una vieja puerta de madera. Lentamente la empujó que chirrió por las oxidadas bisagras y entró en la pequeña antecamara. Dejó a un lado el abrigo y los guantes. Se volvió a colocar el traje y con paso firme se diriguió a la tan temida puerta dorada. Revisó sus partituras y salió al escenario.

La sala estaba abarrotada. Los aplausos no se dejaron esperar. Se sentó frente al pianoforte y colocó las partituras. Miro al público y no tardó en encontrar esa cara familiar. Esa intensa mirada, ese pelo recogido en un moño alto. Esos ojos cargados de intención. Repiro hondo y empezó a interpretar el Nocturno 2 de Chopin. Todas las preocupaciones de la semana se esfumaron y se encontró como si estuviera en un trocito de su cielo. Junto a ella.

http://www.youtube.com/watch?v=j-Fu1uYfBt8&feature=fvw

12 de octubre de 2009

Tocando por Nueva York

Ajeno a lo que lo rodeaba, Jack volvía a aquel viejo antro. Cercano a la treintena aún se sentía joven. Con su pelo largo enmarañado y una barba de pocos dias parecía más un indigente que un músico. Pero a él ya no le importaba lo que pensara la gente. O al menos mientras no se metiera con su música...
Calzaba unas viejas converse marrones que él mismo había "remodelado". Vaqueros ajustados y camisetas de todos los colores completaban su vestuario. Sin contar con el traje negro y las camisas de la banda. Su banda.

Aparcó a un par de manzanas, lo suficiente lejos para que no le pasará nada a su pequeño capricho. Se bajó de su Mustang negro y se quitó sus gafas de sol. La puesta de sol no sería un problema dentro del club. Abrió el maletero y sacó con delicadeza las fundas de sus saxos Esta noche los necesitaría a ambos.

Desechó la idea de entrar por la puerta trasera al ver a un par de camellos trapicheando. Empujó la puerta y una humareda le pegó en toda la cara. No retrocedió, estaba demasiado acostumbrado a esta neblina . Aún no había llegado nadie más. Preguntó por los camerinos al hombre que había tras la barra. Despues de reirse en su cara y de que Jack pudiera combrobar la mala salud dental de su interlocutor, le sugirió la posibilidad de prepararse en el almacen mientras indicaba un puerta con un destartalado cartel de "Private. Don't Enter." Ni se lo planteó. Esperó al resto de la banda mientras se toma una cervez fría. La primera de muchas pensó.

Media hora después el resto de la banda había llegado y todo estaba listo. No hacía falta prueba de sonido, todos sabían como había que tocar. El ambiente estaba tranquilo, este no era más que un bolo sin importancia. Aún esperaban el momento en el que un cazatalentos les encontrara y pudieran tocar en el Madison Squart Garden o en el Blue Note... Pero hasta entonces se tendrían ue conformar con garitos como este.
El pequeño aforo del bar estaba llenandose, por su pequeño grupo de habituales. Esperaron cinco minutos más a que el público se empacientara y tras calarse el sombrero y arrglarse los cuellos de la camisa salió a comerse el mundo como cada jueves por la noche.


Catch my now I'm falling de The Kinks


4 de octubre de 2009

Una tarde de octubre

La mina de la lapicera se vuelve a romper. Y es la tercera vez en lo que va de tarde, ya toca reponerla. Los ejercicios de quimica se reparten por toda la mesa. Hace una hora que tendría que haber acabado, pero hay algo que me lo impide. No son los ejercicios, que se responden con una fácil y monótana teoría; hay algo que me impide concentrarme. Me tiro encima de la cama con la mirada pérdida en algún punto del techo. Tanteo en la mesilla en busca del móvil. Busco una llamada o un mensaje que no existe. Enciendo la radio buscando una canción que me despierte. Zapeo entre las emisoras preseleccionadas y nada.. Recojo la habitación y me pongo los cascos. En estos dias es mejor dar un paseo antes de tomarla con alguien.

Fuera hace bochorno, hice bien en no coger chaqueta. Cambio de canción cada poco, no hay ninguna que consiga aguantar más de 40 segundos. Mis pasos me encaminan al lugar donde todo paso. Verdaderamente es un sitio mágico mientras se pone el sol. Un surfista hace una maniobra arriesgada sobre la última ola de la pleamar. Pero no hay nadie mirándolo. Todos caminan con prisas sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor.

Por fin una canción que aguanto. De repente alguien dice algo muy cerca de mi. Estará hablando por teléfono. Sube más el tono de voz, y yo el de mi música. Me zarandean por el hombro. Sigo ignorándolo mientras resoplo. Si yo fuera él echaría a correr. Pero vuelve a hacerlo con más fuerza. ¿Es que no ve que no voy a hablar con él?. Me doy la vuelta mientras apago la música y dejo que mi enfado tome forma verbal. Y te veo sonriendome como antes, cuando veniamos aquí los dos. Pero ya no es como antes. No voy a volver a caer sobre tus brazos, ni tan siquiera responder a tu pícara sonrisa. Ahora he cambiado, y aunque vuelva aquí todas las tardes de invierno, no será para contarte cuanto te echo de menos. Y ya sabes que no vas a poder cambiarlo.

Adios de La Musicalité


http://www.youtube.com/watch?v=7cp98BdT6LM