27 de diciembre de 2009

¡Oh, capitán, mi capitán!

Nada mejor que una tarde de peli y manta para hacerte ver las cosas de otra forma o para reafirmar tus punto de vista. El Club de los Poetas Muertos no es el típico drama que echan un tarde de finde semana en cualquiera de las cadenas privadas. Nada que ver. En este caso el elemento central de la película es la poesía como factor de un cambio en la manera de pensar, sentir y vivir. Un cambio que, opino, necesario, para la particular evolución del hombre como persona. Dejar las preucupaciones económicas, políticas o sociales, y buscar un disfrute personal de uno mismo y de los que nos rodean.
Un fragmento del discurso del señor Keating:
"El día de hoy no se volverá a repetir. Vive intensamente cada instante, lo que no significa alocadamente; sino mimando cada situación, escuchando a cada compañero, intentando realizar cada sueño positivo, buscando el éxito del otro; y examinándote de la asignatura fundamental: el Amor. Para que un día no lamentes haber malgastado egoístamente tu capacidad de amar y dar vida”.
Filosofía Carpediemniana en estado puro. Vive el momento y haz que los demás vivan con ello. ¿Qué más se puede pedir para una, aparentemente, aburrida tarde?

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