13 de diciembre de 2009

El comienzo del cambio

Hace frio. En el andén, gruesos chaquetones y despedidas aceleradas. Llega el intercomarcal, y sus ocupantes se lanzan en busca del refugio de la estación. Dos furtivas sombras se entremezclan con el gentío para reaparecer en una callejuela lateral. No hay tiempo para detenerse a observar la ciudad de noche. Nunca lo hay. Las sombras avanzan agazapadas por la interminable cuesta. Conversan, a gritos, en su extraño lenguaje de gestos. Nadie les presta atención, ¿para qué? Son sólo dos jóvenes más, que como cada sábado gastarán todo su dinero en alcohol. Pero, ¿y si no lo fueran?... La conversación ha terminado. Sumidos en sus propias conversaciones mentales, avanzan frente a la intemperie. Con premeditación tuercen a la derecha tras acabar la cuesta y entran al refugio de otra estación. Comienzan una nueva conversación, en un lengua llano. Uno impaciente no hace más que preguntas, el otro contesta con monosílabos tajante. Aparece una tercera sombra. Cambian los roles, el segundo pregunta y el primero contesta con monosílabos. El tercero espectante a un cambio de actitud decide irse a fumar.
Aparecen más. Saludos, interrupciones, discusiones, llamadas de última hora. Todo está listo. Esta noche cambiará sus insignificantes vidas y los transformara en inmortales...¿Quién dijo que los raritos no tenían suerte?

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