21 de agosto de 2009

Despertar (III)

Una lágrima se desliza por mi cara para mezclarse con las gotas de lluvia que salpican mi cara. No me gusta ponerme así, pero en este momento no podía aguantar. Aún no me puedo creer que hayan pasado dos años desde aquel día. Dos años dan para muchas anécdotas, muchas risas, muchos llantos, muchos momentos inolvidables... o eso pensaba. Después de la llamada, parece que estos dos años no hayan sido más que un día. Pero aún queda mucho por contar.

....

Me desperté confuso. No recordaba porqué había saltado ni qué había pasado después. Intente abrir los ojos, pero mis parpados no reaccionaron. Intente gritar, pero ni mis labios se movieron. Intente levantar el brazo y una sacudida de dolor me recorrió todo el cuerpo. ¿Qué me estaba pasando? Sólo sé que antes de volver a mi letargo, te volví a ver...

No recuerdo que hice, sólo recuerdo que cuando volví a despertarme estaba rodeado de personas. Con un gran esfuerzo conseguí abrir los ojos. De un vistazo pude ver que no estaba ni en mi cama, ni en mi casa, sino en un hospital. Tardé un poco en enfocar, pero reconocí a mis padres, a mi hermana y también a mis amigos más incondicionales. Todos me miraban cara de asombro. Mi madre se lanzó contra mí sollozando, y me apretó en un fortísimo abrazo. Todos intercambiaron miradas de complicidad. Mi madre aflojó al escuchar mis suspiros. Debieron de ver mi cara de extrañeza por que en seguida callaron a la espera de que alguien hablase. Ese alguien fuiste tú. No me había fijado en ti, escondida tras mis amigos, en un segundo plano. Diste un paso al frente y, por fin, pude fijarme en ti.
Sólo me acordaba de tu mirada. Esa mirada que me atrapó a la salida del Molinucu. Ahora, al tenerte frente a mí, pude ver al ángel que me había atrapado. De tu silueta, destacaban esos grandes ojos, que me habían atrapado desde hacía mucho tiempo; se iluminaron antes de ponerte a articular palabra alguna. Una tímida sonrisa se dibuja en tu inocente rostro. Aún no te conozco y sé que no te voy a poder olvidar.
- No te conozco, pero gracias a ti aún sigo con vida - tienes una melodiosa voz, capaz de competir con el canto de las sirenas.- No se porqué saltaste, pero muchas gracias. Me empujaste para apartarme de la carretera e impedir que me atropellase aquel coche. Tú tuviste menos suerte, aunque no te toco el coche, con la caída te golpeaste y perdiste el conocimiento... Y aqui estamos ahora...Tu y yo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario