29 de abril de 2010

El sonido de una lágrima (I)

Sobre sus ojos laboriosamente se formaba una lágrima. Tras una larga noche ahora estaban secos. Lentamente se deslizó por su áspera mejilla siguiendo el camino que en una semana tantas veces ella había recorrido con su delicada mano. Suspiró al recordarla, no la volvería a ver. Aunque la culpa no era de ella, que había antepuesto su verdadera realidad contándosela. Ella que le había dicho adiós tras aquel codiciado día. La culpa era suya por querer seguir soñando despierto. Por querer vivir para siempre en un mundo de fantasía junto a ella. Un mundo donde los trenes son instantáneos, donde los teléfonos tele transportan y donde la música, como no podía ser de otra forma, era la base de la sociedad. Al oír el silbido del tren cerró los ojos un instante, imaginándola apoyada en la verja sonriéndole. Con gesto mecánico se incorporó y, sin volver la vista a todo cuanto dejaba tras de sí, entró en el tren...

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