24 de abril de 2010

Día del libro

Hoy, 23 de Abril, se celebra el Día del libro, que conmemora la muerte del ilustre escritor manchego Miguel de Cervantes Saavedra, creador entre otras muchas del universal Quijote (también conocido como Las aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha). Hoy es el día en el que las libreiras se vuelcan al público en general, aumentando la venta y promoción de obras a precios rebajados.
Según algunos, tal día como hoy, dos literatos universales también morían Sir William Shakespeare y Garcilaso de la Vega; ambos falsamente testificados. Si bien es cierto que murió Gracilaso de la Vega era el Inca, escritor de gran importancia para hispanoamérica y sin ninguna relación al caballero renacentista. En el caso de Shakespeare, murió un 23 de Abril según el calendario juliano, vigente en las Islas Británicas en el siglo XVI, y que difería en 10 días con el calendario gregoriano, ya establecido en los paises católicos.
En algunas regiones, como en Cataluña y Aragón, la festividad del Día del libro coincide con la festividad de San Jorge (o Sant Jordi). Ello conlleva a que en Cataluña este sea el día de los enamorados y por ello el hombre regale a su amada una rosa roja, símbolo del Santo y del amor en sí.
Para conmemorar un poco este día, y habiendo pasado la semana leyendo La Primavera avanza (Antología) del asturiano Ángel González para la PAU, qué mejor que unos poemas relacionados con el tema:

Muerte en el olvido
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
                             Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...



Mientras tú existas...
Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz cualquiera...
                                                Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.

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