17 de julio de 2009

Cerró la puerta con cuidado

Cerró la puerta con cuidado. La noche era tormentosa y le había costado llegar seco, a pesar de llevar su paraguas de viaje. Entraba en un viejo caserón de las afueras de la ciudad, al que ella misma le había facilitado las llaves. Las luces estaban encendeidas. No le había dado tiempo a decir nada cuando un relampago hizo saltar los circuitos justo en el momento en el que ella hacía su aparición. Una fina lluvía golpeaba el cristal. La tormenta no tenía intención de amainar esa noche. El rugido ensordecedor del trueno no se hizo esperar.

Otro relampago. Éste despejó la oscuridad reinante en la sala, y por fin pudo ponerle cara a esa mujer que le había engatusado. Era una mujer de estilizada figura. Su larga melena azabache, parecía un retazo de oscuridad en medio de ese momentáneo haz de luz. Tenía unos ojos penetrantes que le habían atraido desde la más profunda oscuridad. Sus carnosos labios rojos eran el único retazo de color apreciable sobre su pálida piel.La luz, tan rápido cómo vino se fue. Y volvieron a estar sumidos en la más profunda oscuridad. Al contemplar su figura, él no pudo dejar escapar un silbido de aprobación.


-¿Tanto te asombra poder verme?- Susurró la mujer con un aterciopelado y risueño tono.


-¡Cómo quieres que no me asombre! Por fín te tengo delante y puedo poner cara y rasgos a esa misteriosa persona que más de una noche me mantuvo en vela conversando. Y por cierto eres preciosa... ¿Porqué no probamos a ver si la corriente funciona y así nos libramos de esta oscuridad?

-Prueba si quieres, pero lo dudo.Esta casa es muy vieja y la instalación eléctrica deja mucho que desear...Pero si tanto te incomoda la oscuridad puedo ir a buscar unas velas...

-No, no hace falta que te molestes; era sólo que me gustaría poder verte mejor.-sonrío al oir la parida que acababa de soltar.

-Esto se empieza a parecer al cuento de caperucita,¿no crees?- dijo con picardia

-Te puedo asegurar que ni soy un lobo feroz ni te voy a comer - contestó siguiendo la broma.

-Ni yo soy una inocente niña...


Se hizo el silencio. Un silencio sepulcral. Él intento, en vano, que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad y asi poder acercarse a ella con disimulo... Una sonrisa perlina apareció en medio de la nada. Se le fue acercando. Él, confiado, espero al apasionado encuentro. La sonrisa se desvaneció tan rápido cómo había aparecido. Pero él seguía notando una presencia acercarse. Cada vez más cerca, ya podía notar su aliento frente a él. Un gélido aliento. Alarmado intento escapar, pero ya era tarde, había caido en sus garras. Ni tan siquiera tuvo tiempo para gritar. Ella le mordió el cuello dejando una marca inmortal...Tan inmortal cómo ella misma.

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